La historia de la receta del plato de Arroz Biryani

Narrada por Ramesh en persona

Me encontraba en la cima del monte Rpuna, meditando sobre una montaña de kurkuma, cuando fui asaltado por los ninjas del loto negro, una secta marcial milenaria encargada de guardar los oscuros secretos de la cocina india. Pude aproximar que eran alrededor de mil uno, todos armados con nunchakus y con el rostro cubierto por una máscara roja. Lucharon con fiereza, he de confesar que se esmeraron, pero no eran rival para mis cazerolas duales. Cuando acabé con ellos encontré en los bolsillos del cabecilla un contrato por mi cabeza firmado a nombre de un tal Rahul. Entonces no conocía a ningún Rahul así que preparé el Guiso Sagrado de Fragancia de Vishnu improvisando un pequeño fuego y usando hierbas del camino. Lo acerqué a la nariz de uno de los ninjas el cual despertó de la muerte envuelto en satisfacción y luego en pánico. Le interrogué ofreciendole un sorbo del guiso a cambio de la información. El ninja accedió y me confesó la dirección de su guarida, la cual según él se hallaba en Egipto. Como prometí, le dejé probar el caldo el cual le mató las papilas gustativas y le derritió el cerebro de sabor. Recogí mis cosas y me puse en marcha hacia Egipto para averiguar quien quería matarme y por qué lo quería. A las tres semanas de viaje llegué a mi destino, en mitad del desierto. Había sobrevivido a base de Puré Aromático Árabe que preparé con cactus y escarabajos. La guarida era clandestina y estaba deshabitada. Una única cabaña con poco espacio. Me adentré en ella y descubrí un enorme laboratorio ruso donde cientos de científicos desarrollaban lo que parecía ser la receta definitiva. Las alarmas saltaron y robots de combate emergieron del suelo dispuestos a eliminarme. Fue ejercitante y me relajó los músculos. Metí a los científicos en un cajón y revisé los ordenadores centrales. Al parecer el laboratorio pertenecía a un multimillonario aleman de ascendencia india que firmaba con una r. r de Rahul. En cuanto a lo que allí estaban desarrollando no me preocupó demasiado, eran intentos fallidos, aberraciones culinarias de ojos saltones y que hablaban ruso. Prendí fuego al laboratorio con un Curry Extrapicante y partí de nuevo, esta vez hacia Alemania. Nadé por el canal de Suez y pasé unos días amarrado a un Petrolero que iba de camino a Europa. Una vez llegué Berlín pasé varios meses buscando al millonario pero este no aparecía. Fue gracias a un amigo que supe de un empresario minero adinerado de madre hindú que vivía en las afueras. Al día siguiente solicité una entrevista e inmediatamente viajé hasta la localización. Pero allí no había mina alguna. Acerqué la oreja al suelo y escuche extraños ruidos. Entonces se me ocurrió preparar Pata de Cordero Destructora de Shiva con la que golpeé el suelo con todas mis fuerzas provocando un crater. Volví a golpear y la tierra cedió. Me precipité al vacío con cordero en mano para aterrizar en una base militar en unas ruinas maya-vikingas donde obreros trabajaban con esmero en la construcción de una especie de cohete espacial. De repente escuché unos aplausos. Venían del piso superior donde un hombre de tez oscura y hombros anchos sonreía con perversidad. Bajó de un salto y me habló.
-Te he estado esperando Ramesh- dijo.
-Quién eres- dije yo
-Me llamo Rahul, pero eso ya lo sabes, lo que no sabes es que llevo seis años vigilándote y contruyendo este cohete. Sabías que eras una amenaza y por eso mandé a mis ninjas, pero sinceramente siempre quise acabar contigo personalmente-
-¿Qué pretendes?-le pregunté-¿Para qué quieres ese cohete? -Se desabrochó la camisa y llamas surgieron de su pecho. Yo hice lo mismo y comenzamos a luchar. Saltamos dentro del cohete y salimos de la órbita terrestre en mitad de la lucha. Rompimos el crsital de la cabina y flotamos por el espacio.CONTINUARÁ